El mundo nunca estuvo tan comunicado como ahora. Las nuevas tecnologías se han encargado de modificar nuestra manera de relacionarnos en la sociedad. Esta nueva manera de interactuar produce un nuevo escenario de poder. Pero las tecnologías no son ni buenas ni malas, todo depende de lo que cada uno de nosotros hagamos con ellas.
Nuestra filosofía de trabajo parte de un buen uso de estas nuevas herramientas para mejorar la calidad de la democracia, promover la participación ciudadana, aumentar la transparencia de los actos de gobierno e innovar en la capacidad de gestión en la administración pública entre otros beneficios.
Las nuevas generaciones ya no se preguntan qué impacto tendrán los nuevos medios, los usan naturalmente como intermediación de su cultura, modificando sus capacidades cognitivas y sus capacidades de producción. Por eso resulta indispensable conocer y trabajar sobre este nuevo escenario para que políticos, gobiernos y organizaciones analógicas no sean anacrónicas.